Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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sábado, 31 de agosto de 2013

40 años sin Ford

Se cumplen 40 años del fallecimiento de John Ford, uno de los cineastas más grandes de todos los tiempos. Nunca me canso de revisar Centauros del desierto (probablemente la película con más altura épica que conozco), El hombre tranquilo (tremenda deconstrucción del rol asignado tradicionalmente a la mujer), El hombre que mató a Liberty Valance (clase magistral del empleo del flash-back)... 

Así comienza Centauros del desierto, obra capital de Ford. 

Hay una secuencia de El hombre tranquilo (no la he encontrado en Youtube) que siempre me eriza el vello de los brazos: Sean Thornton (John Wayne), al salir de la iglesia, ofrece agua bendita a Mary Kate Danaher (Maureen O'Hara). Creo que en ese prodigioso momento (en esa acción de entrega, en ese cruce de miradas) se condensa todo el deslumbramiento del amor. Pocas veces el cine rebosó, ¡ay!, tanta vida...



John Wayne ofrece agua bendita a Maureen O'Hara en El hombre tranquilo, bello filme de John Ford.

viernes, 30 de agosto de 2013

En mi guión habrá bailes

Algún día tal vez escriba un guión cinematográfico sobre las andanzas de una joven pareja. Creo que en determinados momentos (quizás por influencia de Bergman, de Godard o de Lynch) rompería la narración en beneficio de la lúdica: verbigracia, me encantaría que los protagonistas bailasen este sensual «cha-cha-chá» del legendario Sam Cooke:  


Si el hipotético director rodase dicha secuencia musical, me sentiría verdaderamente afortunado. Cuántas veces he imaginado el tiempo detenido en esa voz galante («To me you are so beautiful, / Beautiful as a song»), en esas miradas traviesas, en esas piernas elásticas, en esa cintura femenina a la que uno querría enzarzarse...

Como el amor

Si yo tuviera novia, haría lo posible para mejorar mi inglés y poder así cantarle (sin caer en el sonrojo) esta canción de Van MorrisonEs una balada que oscila entre la suave brisa y el impetuoso vendaval: como el amor. 

jueves, 29 de agosto de 2013

De portada

Todas as súas fotos eran de portada. 

Godard: tenso y tierno

Muchos críticos olvidan que el cine del primer Godard (muy tenso y fragmentario, ciertamente) está lleno de tiernas secuencias como ésta: 


De hecho, una de las principales virtudes del cineasta francés es, a mi modo de ver, el saber fundir realidades aparentemente contrarias: versos refinados y frases coloquiales, reflexiones sesudas y bailes espontáneos...

miércoles, 28 de agosto de 2013

No río Douro




Servidor, en Porto (Portugal), ó pé da Ponte Luiz I (s. XIX) e do río Douro.

Las muchachas

"Supimos lo que era ser muchacha, y cómo el serlo te hacía soñar y saber qué colores combinaban bien. Supimos que las muchachas eran mujeres disfrazadas que entienden el amor e, incluso, la muerte, y que nuestro trabajo era hacer el ruido que las fascinaba. Lo sabían todo sobre nosotros; y nosotros, nada sobre ellas." 
(De Las vírgenes suicidas, Sofia Coppola, 1999)

Un fotograma de Las vírgenes suicidas, la ópera prima de Sofia Coppola. 

domingo, 25 de agosto de 2013

En Porto


Servidor, en Porto (a capital do norte de Portugal), contemplando a barroca Torre dos Clérigos (s. XVIII).

viernes, 23 de agosto de 2013

En el mar

Antes de cenar, paseando por la playa de Vila Praia de Âncora (Caminha, Portugal), me acordé de cierta mujer y de aquella línea de Paul Éluard: "Al atardecer. El mar ya no tiene luz y, como en los tiempos antiguos, podrías dormir en el mar." 


Vila Praia de Âncora, parroquia del municipio portugués de Caminha.

Esbelta Adriana

Adriana: esbelta como una tarde de agosto. 

jueves, 22 de agosto de 2013

"No crezcas muy deprisa"


—Ben, he visto mariposas azules junto al arroyo esta mañana; había miles y miles volando en pareja con las alas juntitas: como si fueran enamorados. ¿Verdad que las señoritas no dicen estas cosas? 
—Quédate como estás, Raquel; no crezcas muy deprisa. 

Audrey Hepburn y Burt Lancaster en Los que no perdonan (John Huston, 1960)


Nombres fulgorosos

Duna, Marina, Mariña, Alba, Aida, Nidia, Laura... A veces, me entretengo seleccionando nombres fulgorosos para una hipotética hija. 


Un momento de Las vírgenes suicidas (1999), filme de Sofia Coppola. 

domingo, 18 de agosto de 2013

Memorable Peckinpah


"Lo único que quiero es sentirme con derecho a entrar en mi casa". En Duelo en la Alta Sierra, con esta emocionante frase, Peckinpah homenajeó a su padre, fallecido un año antes del estreno del filme (1962). En una biografía del cineasta, Sam Peckinpah. Vida salvaje (Garner Simmons, 1983), su propia hermana recuerda: 
"Fuimos a ver Duelo en la alta sierra en un preestreno, y cuando terminó, yo fui al baño de señoras y me puse a llorar sin parar, porque el personaje que interpreta Joel McCrea me recordaba mucho a mi padre (...). A mi padre le gustaba citar pasajes de la Biblia, y podía hacerlo. La frase de 'Lo único que quiero es sentirme con derecho a entrar en mi casa' era algo que mi padre decía muy a menudo." 
¡Melancólico y memorable Peckinpah!

lunes, 12 de agosto de 2013

El periodista Manu Mañero me retrata en su bitácora

Manu Mañero (hombre escéptico, agudo periodista deportivo, apreciado compañero de los años de la carrera) me retrató ayer en una transparente entrada de su bitácora, Mis Cojones 33. 

Tras haber leído el emotivo texto, titulado "Contigo, verso y cebolla", revolotearon por mi mente muchos recuerdos felices: confesiones, risas, fiestas, sueños, muchachas, lecturas de poemas, de novelas y de partidos... ¡Qué cerca y, a la vez, qué lejos queda aquel ambiente universitario! Melancolías de la mocedad...

Huelga decir que los elogios de Mañero me sonrojan. Además, este pájaro ha logrado hacerme sonreír bajo las aguas de la melancolía, tarea difícil: 

No en pocas ocasiones le vacilé con el asunto de la poesía y el flirteo. Ay, si quisieras, le decía: cada semana estarías con una. Se reía, el cabrón. Y seguía escribiendo, atendiendo entrevistas. Con una normalidad impropia, una transparencia tozuda.

Infinitas gracias, amigo Mañero, por haberme dedicado un texto tan cariñoso. 

Manu Mañero.

Claudio Rodríguez Fer, traducido ao inglés en California

A obra “Mínima máxima” do poeta galego Claudio Rodríguez Fer foi traducida ao inglés pola tamén poeta Ute Margaret Saine nos dous últimos números dos cadernos “California Quarterly”, publicados en dito estado californiano e correspondentes a 2013. Trátase de poesía minimalista, constituída por pezas moi breves que tratan de expresar momentos inefables e definitivos da condición humana, frecuentemente relacionados co amor, coa natureza e co encontro intercultural, procedentes do seu libro “Viaxes a ti”: “Soamente soportamos / ver beleza / porque a levamos dentro”.

Claudio Rodríguez Fer, que foi profesor universitario nos Estados Unidos, ofreceu precisamente este mesmo ano un recital poético seguido de coloquio en Nova York, con motivo da presentación do seu libro en edición bilingüe “Tigres de ternura / Tender Tigers”, prologado e traducido pola profesora estadounidense Kathleen N. March. O acto tivo lugar o pasado 5 de marzo no Graduate Center da Universidade da Cidade de Nova York (CUNY), situado no número 365 da Quinta Avenida neoiorquina.

Ademais de ao inglés, outros textos do autor foron traducidos ao castelán, catalán, francés, italiano, alemán, ruso, árabe e mesmo bretón, distinción esta que contribuíu a que fose nomeado Doutor Honoris Causa pola Universidade da Alta Bretaña en 2012.


Claudio Rodríguez Fer en Nova York. 

sábado, 10 de agosto de 2013

Van Morrison y ella

Le escribí una sentida carta a mano, y me contestó con un sucinto mensaje de texto:

—Feliz Navidad, Héctor. Gracias por el detalle. Qué bien escribes.

Pasaron más de cuatro años, y sigo sin saber si elogió mi letra o mi estilo literario.

No hemos vuelto a vernos. A veces, aún me acuerdo de ella cuando pincho el Moondance, en esas noches mirandesas en que necesito calentar el alma...

—No sé por qué ese disco te recuerda a mí: Van Morrison no me gusta.

«Si un joven necesita emigrar, no debe ir con miedo; tiene más formación que los de antes»

(Entrevista a Abel Martínez, pregonero de la Semana Cultural de San Tirso de Abres) 

«Encantado y sorprendido de que la asociación "San Tirso del Eo" haya pensado en mí». Así afronta Abel Martínez el pregón (lo pronunciará este lunes) de la XXV Semana Cultural de su San Tirso natal. El sexagenario Martínez emigró a Andorra hace 51 años, donde compatibilizó sus oficios (primero trabajó en una fábrica de materiales de obra, y luego en una gasolinera) con su pasión musical (fue vocalista de un grupo orquestal, «Conjunto Azul», y ahora, ya jubilado, forma parte de la Coral del Principat d'Andorra). 

Abel Martínez, en San Tirso de Abres. 

¿De qué tratará su pregón? 
Hablaré de mi niñez, de cómo viví aquí hasta los 17 años, cuando me marché al otro Principado. También hablaré de las similitudes (visibles, por ejemplo, en el paisaje) entre Asturias y Andorra. Y como siempre he venido una vez al año a San Tirso, relataré los cambios que he ido encontrando aquí.  


¿Qué recuerdos guarda del San Tirso de su niñez? 
Era un crío muy alegre; me encantaba ir al colegio y me pasaba los días cantando; cuando había un banquete, yo era el primero que salía a cantar. Creo que la pasión por la música me viene de mi madre, a la que oía a menudo cantar: fue así cómo aprendí muchas canciones antiguas. Teniendo 9 ó 10 años, algunas orquestas ya me invitaban a subir al palco para cantar... ¡y yo, al tener un público, gozaba! 

¿Cómo tomó la decisión de emigrar, siendo un muchacho, a Andorra y no a otro país? 
Fue determinante el que un año antes que yo se hubiera ido a Andorra mi mejor amigo de entonces, Antonio, un vecino. Las primeras Navidades que él pasó en San Tirso, viviendo ya en Andorra, traía su traje, su reloj de pulsera... Esa imagen renovada (muy distinta a la que presentábamos entonces los críos santirseños), me impactó, y le dije: «Cuando vuelvas a Andorra, me voy contigo». Una vez allí, gracias en parte a mi amigo y a su familia, no me costó integrarme. 


¿En cuál de los dos trabajos que desempeñó en Andorra se sintió más a gusto? 
En el último, en la gasolinera, pues yo soy una persona muy sociable, y durante los 19 años que desempeñé ese trabajo, conocí a personas de todas las nacionalidades, de manera que estaba en mi salsa. 

¿Su vida de hoy se parece a la que había imaginado siendo un muchacho?   
Sí, hay una similitud esencial: mi sueño, siendo niño, era ser vocalista de una orquesta, y en Andorra he logrado cantar muchas veces ante un público. 

Como emigrante, ¿cuál es la lección más importante que ha aprendido en todos estos años? 
Cuando te vas a otro país, aprendes otra cultura, es decir, aprendes a valorar y a respetar las cosas de los demás. Es un privilegio vivir en Andorra y conocer varias lenguas; yo allí, sin olvidar mis raíces, aprendí a hablar en catalán y en francés. 

Abel Martínez, pregonero de la XXV Semana Cultural de su San Tirso nativo.


Ahora que está jubilado, ¿valora la posibilidad de instalarse, junto a su mujer, en su villa nativa?  
No está en nuestros planes el instalarnos definitivamente aquí, pues en Andorra hemos formado una familia: allí están nuestros hijos, nuestros nietos... Ahora pasaremos temporadas más grandes en el pueblo, eso sí. 

¿Qué consejo daría a los jóvenes santirseños que se planteen emigrar a otro país? 
Bueno, lamentaría que tuvieran que irse porque no encuentran su faena en un país desarrollado; ten en cuenta que cuando yo emigré, en España había muy pocos recursos: aún estábamos saliendo de una guerra. De todos modos, lo fundamental es que la juventud se dé a conocer, que no se quede parada. Si hoy un joven necesita emigrar a otro país, no debe ir con miedo, pues está amparado por una formación mucho más grande que la que entonces teníamos.

(Esta entrevista mía se publicó ayer en el diario asturiano La Nueva España.) 

jueves, 8 de agosto de 2013

Un título prodigioso

"La nadadora de los prodigios". El título de este artículo, publicado por Álvaro de la Paz en La Huella Digital, es maravilloso. Muy evocador, trasciende el lenguaje deportivo, apuntando también en dirección al territorio del amor y del deseo. 

Un momento de El cuchillo en el agua, el primer largometraje de Roman Polanski. 

El último gancheiro del río Eo

Ha pasado tantas horas a la vera del Eo, que este fronterizo río ya se diría su hábitat. José Pérez (San Tirso de Abres, 1953) forma parte de la última estirpe de gancheros, esas habilidosas y astutas personas que sirven de guías a los pescadores. 

José Pérez, más conocido como “Pepe o Barbas” en los municipios ribereños, empezó a ejercer el oficio “hace 46 ó 47 años”, es decir, siendo un muchacho. Y dio ese paso “primero, por vocación”, y “en segundo lugar, por necesidad”. Recuerda Pérez que su principal maestro en el oficio fue un vecino ya fallecido, Eloy Cigarrán: “Mientras que algunos de aquellos gancheros tenían miedo a que supieras más que ellos, Eloy siempre me dijo la realidad; me indicó los nombres de los pozos, me descubrió las posturas, o sea, los sitios del río en donde paran los salmones…”.

Pepe o Barbas demora su mirada nostálgica sobre el río que da forma al valle que lo vio nacer: “Cuando yo empecé, éramos unos 15 gancheros en San Tirso, ¡y ahora sólo quedo yo!”. A este protagonista de la vida ribereña le encantaría transmitir sus conocimientos, como Cigarrán hiciera con él, a algún muchacho de su pueblo, para mantener vivo el oficio: “No tendría ningún problema en enseñar a poner nudos, a montar aparejos…”. Pero Barbas sabe que en San Tirso “no hay mucha afición a la pesca del salmón”. Lo cual le resulta triste y, al mismo tiempo, paradójico, pues el pez teleósteo es el tesoro más preciado del río astur-galaico.

Barbas, hombre espigado y lacónico, es dueño de una infinita paciencia: “Hay que tenerla para acompañar a los pescadores. A veces ves cosas que éstos no están haciendo bien, y les indicas lo correcto, pero si no te hacen caso, es su problema. El ganchero tiene que limitarse a hacer su trabajo, que no es el de pescar”. Claro que en otras ocasiones la paciencia de Pérez, unida a sus conocimientos, es determinante para que un agudo pescador acaricie, tras horas de faena, el éxito. Así lo atestiguan  hazañas como ésta: “Le metí el gancho, hace unos treinta años, a un salmón de 11 kilos y medio”. Más reciente está en la memoria de sus vecinos el primer campanu que el ganchero ayudó a sacar, en 2009.

Barbas ha practicado la pesca en todos los ríos asturianos. Y tiene clara su preferencia: “Sin desmerecer a ningún otro río, creo que el Eo es el mejor del mundo: tiene fáciles accesos y es noble (en él pican muy bien los salmones)”. 


(Este reportaje mío se publicó en el diario asturiano La Nueva España, 07/08/2013.)

lunes, 5 de agosto de 2013

Enigmático Lynch


¡Ah, qué maravilla de secuencia musical! Pertenece a Terciopelo azul (1986), mi película preferida del enigmático David Lynch