Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

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sábado, 21 de mayo de 2016

Claudio Rodríguez Fer, poeta cinéfilo

El pasado miércoles se presentó en la carpa de la Feira do Libro de Lugo la reedición del libro Cinepoemas, de Claudio Rodríguez Fer, publicado por la Editorial Ouvirmos, que dirige Xosé Aldea, en edición gráfica de Cristina Fiaño.

Cristina Fiaño, Claudio Rodríguez Fer y Xosé Aldea, en la presentación lucense de Cinepoemas, poemario debido al propio Rodríguez Fer.


Cinepoemas es un proyecto interartístico vanguardista que ensambla textos y fotogramas en una fusión creativa tan vital como original. Claudio Rodríguez Fer (poeta y prosista de abundante y variada obra traducida a sesenta idiomas) decantó en Cinepoemas su integral pasión por el cine universal, sin olvidar el gallego, en armonía experimental con la escritora e ingeniera en diseño industrial Cristina Fiaño.

La obra está dividida en dos partes, una verbal, dedicada al cineasta gallego Carlos Varela Veiga, que fue responsable durante la Transición del histórico cine-club del Club Cultural Valle-Inclán de Lugo, y otra exclusivamente visual, titulada “Cinegramas”, dedicada a la madre del poeta, quien aficionó a su hijo al séptimo arte desde niño.

Se trata, pues, de un paseo poético por la historia del cine desde Charlot a Woody Allen, de una revisión de los mitos del séptimo arte desde Frankenstein a Marilyn Monroe, de una evocación de las obras maestras del arte más contemporáneo desde el cine mudo al cine de autor, de una reflexión al tiempo emotiva y crítica sobre la educación sentimental de la sociedad actual. Esta edición amplía muy sustancialmente la primera, publicada en 1983, rescatando material sentimental del álbum de recortes cinematográficos de la madre del autor o la correspondencia destinada desde Hollywood a este, siendo adolescente, por el actor Gregory Peck.

De los clásicos del cine mudo se poetiza a los norteamericanos Griffith, Flaherty y Vidor; a los soviéticos Eisenstein, Pudovkin y Dovjenko; a los alemanes Lang y Murnau y a cómicos como Chaplin, Lloyd y Keaton. De los clásicos de la época sonora aparecen Sternberg y Ford, así como el monstruo del doctor Frankenstein o los dibujos animados de Walt Disney.

El cine de autor anglófono se inaugura con Welles, seguido de Kazan, Hitchcock y Kubrick, pero también aparecen el sueco existencial Bergman y el exiliado español Buñuel. El amor con humor moderno está representado por Wilder, Minnelli, Logan y Woody Allen.

Especial presencia tiene el cine italiano, desde el neorrealismo social de De Sica a la revolución amorosa de Bertolucci, pasando por Fellini, Antonioni, Pasolini, Visconti, Cavani, Pontecorvo y Ferreri. Y no menos importancia tiene la Nouvelle vague francesa, muy presente también en la narrativa del autor, y aquí representada por Resnais, Godard, Truffaut y Rohmer. Los alemanes Herzog y Wenders completan este panorama europeo.

Por otro lado, del cine latinoamericano se recuerda la kafkiana adaptación de Borges y Bioy Casares por parte de Hugo Santiago, y, del gallego, la entrañable Mamasunción de Chano Piñeiro, así mismo entrañable amigo del autor y, como el citado documentalista Carlos Varela Veiga, fallecido muy prematuramente.

En este cinéfilo conjunto brilla el vitalismo del norteamericano Huston, del griego Cacoyannis y del japonés Kurosawa, que llevaron al celuloide, respectivamente, los personajes cinematográficos preferidos por el poeta: la inadaptada Roslyn que encarnó Marilyn Monroe, el arrollador Alexis Zorba al que dio vida Anthony Quinn y el auténtico Dersu Uzala que interpretó Maksim Munzuk. A ellos podrían agregarse, como personajes colectivos, las utopías vivientes del suizo Tanner y las sirenas vivaces del australiano Duigan.

Claudio Rodríguez Fer y Cristina Fiaño expusieron en la presentación lo que representó para ellos la elaboración de este proyecto, que recoge toda la poesía de temática cinematográfica del autor salvo el largo poema verbal “Nómades (A era do xabaril branco)”, que no encajaba en el proyecto y que como complemento leyeron conjuntamente al final. En él se trata de la familia Barbagelatta, que introdujo el cine en la Galicia profunda, primero a través de barracas itinerantes y luego de pabellones estables:

E a barraca trocouse en pavillón
das mil e unha noites en Monforte,
Brigitte Bardot estableceuse en Sarria
e Claudia Cardinale namorou en Sober.

Eles trouxeron á Ribeira Sacra
a Rodolfo Valentino e a Charlot,
a Greta Garbo, a Gary Cooper, 
a Marilyn Monroe e a King Kong.

1 comentario:

Beatriz López dijo...

Felicitaciones al inconmensurable poeta Claudio y a Cristina por la presentación de este nuevo libro.